
PRI: REINVENTARSE O MORIR
Jesús Méndez
Los resultados electorales del 1 de Julio de 2018 representaron un cambio en la correlación de fuerzas políticas y por tanto modificaciones en el sistema de partidos y el sistema político mexicano, el gran perdedor de esta elección fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI), quienes este año renuevan su dirigencia nacional y se enfrentar al gran reto de reinventarse
e y seguir siendo competitivo o perder importancia como partido político nacional.
Esta es la segunda ocasión en que PRI pierde la presidencia teniendo titular del ejecutivo federal emanado de su partido, en el 2000 la derrota derivó en una crisis que no representó su fin, se reorganizó desde la oposición, aprendió a sobrevivir sin la figura presidencial y los recursos de la administración pública federal, aunque tardó más de un sexenio para fortalecerse y volver a ganar la Presidencia de la República en 2012.
Sin embargo, el tamaño de esta última derrota y el surgimiento de Morena, representa un escenario más adverso para el priismo, con el riesgo de ya volver a ser la primera fuerza nacional. Ante el triunfo del Partido Acción Nacional en el 2000, la votación del PRI fue de más 15 millones de votos correspondientes al 36 por ciento de la votación, a pesar de la derrota, contaba con la mayoría de las gubernaturas estatales, representación importante en todos los distritos y municipios, y en la mayoría de lugares que no gobernaba era segunda fuerza. En la pasada elección obtuvo el tercer lugar con menos de 10 millones de votos que significaron el 16 por ciento de la votación, quedando muy debilitado.
Para volver a obtener el peso que un día tuvo, debe vivir un intensa democratización a su interior, reinventar su estrategia electoral y sus principios, así como hacer más eficiente el manejo efectivo de sus recursos. Actualmente, después del gobierno de Enrique Peña Nieto, el PRI es un partido que la mayoría de votantes rechazó, su base electoral se ha reducido, perdió su mística como formador de políticos, perdió sus ideales al abrazar la ideología neoliberal como la suya, al grado de olvidar su historia y modificar sus estatutos para tener como candidato a personaje que no era priista y nunca había ganado una elección. Sus nuevos “cuadros” y quienes fueron considerados en los puestos importantes de la administración pública, fueron escogidos entre recomendados del “grupo Atlacomulco” y tecnócratas egresados de universidades privadas o con estudios en universidades extranjeras, sin una clara trayectoria dentro del partido.
El liderazgo de un partido político es importante porque influye en la definición de las reglas y procedimientos a seguir como las estrategias y formas de afiliación hasta la definición de las condiciones de cómo se acceden a candidaturas tanto al interior del partido como para competir en elecciones, el líder del partido encarna los principios del mismo partido y define una forma y estilo.
En este contexto, la actual dirigente del partido, Claudia Ruiz Massieu, tiene el reto de llevar a cabo un proceso para definir a sus sucesores, ella pertenece a la élite política derrotada y desprestigiada, es sobrina del ex presidente Carlos Salinas e hija de José Francisco Ruiz Massieu (asesinado en 1994 mientras ocupaba el cargo de Secretario General del PRI), fue Secretaria de Relaciones Exteriores en el sexenio anterior y actualmente senadora, la semana pasada la Comisión Permanente aprobó y le otorgó una licencia para separarse de su cargo, para dedicarse de lleno a la organización de la elección interna y las elecciones que habrán de realizarse en 6 estados el próximo 2 de julio.
Ella es la responsable de llevar el rumbo de la renovación de su dirigencia y organizar las elecciones, tarea que realizará con sus propios recursos humanos y materiales, toda vez que declinó que Instituto Nacional Electoral (INE) organizara las elecciones. A través de la Comisión Nacional de Procesos Internos se determinará el contenido de la convocatoria, las reglas y la fecha de la elección. Se espera que sea una contienda en donde participe sólo la militancia priista, a pesar de que el padrón de militantes ha sido cuestionado por el INE.
Quienes han manifestado su intención de ser los contendientes en esta elección son José Narro Robles, ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud con EPN, quien tendría como sus principales aliados a Manlio Fabio Beltrones y al senador Osorio Chong; Alejandro Moreno, gobernador de Campeche, tendría el apoyo de otros gobernadores; el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, quien fue de las pocas voces críticas contra Peña Nieto, y la exgobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega.
No se vislumbra que exista un acuerdo entre los contendientes, por lo que está por definirse quien contará con los mayores apoyos al interior del PRI, así como qué partido quieren ser, y si están dispuestos a transformarse, lo cual definirá su futuro en el corto y mediano plazo.